Buenas tardes otra vez, colegas. Ha pasado casi un mes desde que ocho colgados sembrasen el terror y el caos en París, y como sucede con todo en esta Europa vieja, fea y cobarde, se ha diluido rápidamente entre noticias de excepción que le han robado el protagonismo (Mila Ximenez es despedida de sálvame, cielo santo). Cada uno vuelve a sus vidas, a sus trabajos y a sus royos; en menos de treinta días, las vidas de (vengan, intentad recordar el número exacto, a ver si lo recordáis) han dejado de tener importancia para el resto del mundo, y todos nos volcamos en lo que vamos a comer en Navidad.
Que estamos en guerra, cojones!. Que parecemos subnormales. Que a cinco horas de avión, existe una panda de criminales depravados y sanguinarios que en este preciso momento, mientras yo pulso las teclas del ordenador fumándome un cigarro en el calor de mi casa, hay una panda de bastardos recién salidos del hoyo mas profundo de las edad media afilando sus cuchillos y trazando planes para matarme de la manera más sangrienta y espectacular posible. En este preciso momento, mientras pensamos en que camisa nos vamos a poner mañana, o apretamos Buy en la tienda online de turno para pillarnos unos zapatos chulerrimos con los que salir de farra el viernes, existen unos cabrones metidos en una cueva pensando como os van a esclavizar, como os van a matar, como os van a prohibir llevar falda o tacones, o salir a la calle. Como van a convertir a mi mujer y a mi hija en algo menos que un animal domestico para hacer con vosotras lo que les plazca. Ahora mismo, mientras vemos la televisión, jugamos a la Play, o escuchamos música en nuestro móvil, una panda de retrógrados anormales planea la mejor manera de destruir nuestros colegios, quemar nuestros museos, arrasar nuestras librerías, y de acabar con todo aquello que pueda recordar a cualquier ser humano que las palabras de Mahoma no son mas que eso, palabras, analizables, discutibles, argumentables o despreciables, y mientras nosotros pensamos que billete de Ryanair nos pillamos para pasear por Roma en primavera, ellos traman como meter una bomba en un avión, y como destruir todo lo que conocemos y amamos de este mundo hasta que al fin, solo queden ellos, los que interpretan la voluntad del profeta, y nosotros, sus sometidos.