Muy buenas noches, queridos lectores míos, y muy bienvenidos a este vuestro templo de lo políticamente incorrecto. Bueno, ¿os ha gustado el título?… (140 caracteres. Si de verdad me tengo que comunicar con este margen, apaga y vámonos) con toda seguridad más de uno de mis amados críticos ya estará espumando por la boca y levitando de furia, y lanzando toda clase de improperios acerca de éste vuestro humilde escritor, acusándole de racismo, de xenofobia, de gigantofilia y no sé cuántas cosas más, pero si he logrado vuestra atención, habrá valido la pena. ¿Qué opináis de las generalizaciones, eh?
Sin embargo, y ahora que os tengo aquí a todos listos para degollarme y sacrificarme en el altar de la igualdad os he de decir algo aún peor. Los negros no deberían existir. El colectivo o grupo “negro”, no debería ser más relevante que el de zurdos, pelirrojos, nacidos en el 82, homosexuales o amantes de las películas de Jan Claude Van Damme. Es decir, la tonalidad de la piel de una persona, no debería ser considerada más relevante que su sexo, su condición sexual o la elección de cereales que toma para desayunar cada día.