
Muy buenas tardes, y feliz lunes a todos. Bien el finde, no?. Bueno, pues como os iba contando hace una semana (igual fueron dos?, dos máximo no?, que no lo recuerdo) La historia es esa cosa tan bonita que siempre está ahí, como una madre coñazo recordándonos “Ves, te lo dije, ponte una Rebequita que hace frío y luego vienes con catarro a casa, y los Austrohungaros aprovechan y ocupan Praga etc… etc… ) Y a la que casi siempre acabas odiando en secreto porque sabes que tiene razón. Y, no nos engañemos, lo que más nos jode de cagarla en algo, no es meter la pata en sí, sino tener que aguantar la cara de prepotencia de esos listillos que desde la barrera lanzan esa miradita de “no si ya sabía yo que esto iba a pasar…” Ascazo…
Pero a veces, la historia también está ahí para darnos un abrazo y decirnos, recordad que no estáis solos, recordad que, os pase lo que os pase, a mi me paso también, recordad que estéis donde estéis e independientemente de lo mal que lo estéis pasando, ahí también estuve yo, personificada en todas y cada una de esas mujeres y hombres que a lo largo de los siglos han poblado este planeta de mierda. No sé si esto volverá a ser una costumbre, una ocasión única o una especie de vuelta cutre a los escenarios como la de Hombres G, Pero hoy vuelvo a alzar mi pluma (Metafórica) y me lanzo de nuevo a la carga, primero, porque esta entrada se la debo a la foto de portada de mi blog. Segundo, porque se la debo al bueno de Juan Manuel Rivera, para que siga resistiendo como un hombre y no baje los brazos nunca, tercero, porque si aún queda alguien ahí fuera que reciba esta señal del espacio exterior, que sepa que no he claudicado (que clase de ejemplo sería este blog sino?,) y cuarto porque te lo debo a ti que, día tras día, mes tras mes, año tras año, me has recordado que esto existe, que está ahí, y que no debe ser abandonado. Gracias, por todo. Y ahora, amigas y amigos. Abróchense los cinturones. Rorke’s Drift.
Imaginaos. Este de Sudáfrica, siglo XIX. Afrikaaners y británicos llevan un par de décadas intentado dominar el extremo sur del continente, y pequeños asentamientos agrícolas y mineros surgen por toda la región. Los nativos, las temibles tribus Zulúes, observan con creciente preocupación, como cada día, más colonos europeos se desplazan hacia el interior de sus territorios ancestrales reclamando y ocupando tierras que hasta entonces les pertenecen. Pequeños choques y razzias se suceden entre los nativos y los granjeros que terminan por lo general con granjas incendiadas y ganado robado. La crecientes tensión (y el ansia de colonizar británico, hacen que la situación termine siendo más insostenible que una declaración de inocencia de Ortega Cano, y el gobierno británico envía un ultimátum a las tribus Zulúes (royo, hola, vengo a vuestra casa y os la robo, a cambio, os podéis convertir en fieles súbditos de su RH Victoria Regina GD, o … o básicamente nada más). A pesar de los intachables modos formales y de su exquisita redacción, la misiva fue ignorada por Cetshwayo (el rey local, que, seguramente, por desconocer por completo el idioma fue incapaz de captar los sutiles giros idiomáticos y los valientes oximorones de la retorica imperial) y tras vencer el plazo del ultimátum, una columna inglesa se adentra en lo desconocido, muy puntual ella. Sigue leyendo →