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Muy buenas noches, queridos lectores míos, y muy bienvenidos a este vuestro templo de lo políticamente incorrecto. Bueno,  ¿os ha gustado el título?… (140 caracteres. Si de verdad me tengo que comunicar con este margen, apaga y vámonos) con toda seguridad más de uno de mis amados críticos ya estará espumando por la boca y levitando de furia, y lanzando toda clase de improperios acerca de éste vuestro humilde escritor, acusándole de racismo, de xenofobia, de gigantofilia y no sé cuántas cosas más, pero si he logrado vuestra atención, habrá valido la pena.  ¿Qué opináis de las generalizaciones, eh?

Sin embargo, y ahora que os tengo aquí a todos listos para degollarme  y sacrificarme en el altar de la igualdad os he de decir algo aún peor. Los negros no deberían existir. El colectivo o grupo “negro”, no debería ser más relevante que el de zurdos, pelirrojos, nacidos en el 82, homosexuales o amantes de las películas de Jan Claude Van Damme. Es decir, la tonalidad de la piel de una persona, no debería ser considerada más relevante que su sexo, su condición sexual o la elección de cereales que toma para desayunar cada día.

No soy un ingenuo, amigos. No me cabe duda de que en el mundo sigue existiendo discriminación y racismo. En ningún momento me atrevería a negar que existen determinados países en los que la gente es perseguida, discriminada o sencillamente colgada de una grúa (verdad, Pablo Iglesias?? A ver si hablas con tus coleguitas los ayatolahs y les convences de que dejen de colgar homosexuales, si eso) por causas tan aleatorias e irrelevantes como a quién deciden follarse o con qué Dios prefieren perder el tiempo los domingos. Peeeero, creedme, amigos, esos lugares caen muy lejos del Sunset Boulevard.

Las recientes críticas, y boicots por parte de una gran cantidad de actores y productores afroamericanos a los premios Oscar de este año, les hacen, con toda certeza, un flaco favor. Veréis chicos, el racismo es una cosa, y  hacer lobby, es algo totalmente distinto. Que la sociedad negra estadounidense alegue que los Oscars son #oscarssowhite es algo vergonzoso, y que debería escandalizarnos a todos, pero sobre todo a ellos, porque:  (según veo por el impacto de mis últimas entradas, os encanta que enumere en lugar de narrar, así que ahí voy, a ver si hoy se me da bien):

–          Es racista y ataca al resto de minorías:  los nativos afroamericanos, por activa y por pasiva, han puesto el grito en el cielo por los Oscars, pero no he escuchado defender a ninguna otra minoría. De hecho, como muchos de vosotros ya sabréis, los latinos han adelantado a los afroamericanos en número de habitantes en EEUU, y de hecho son hoy ya la primera minoría en este país, pero, ni se han quejado, ni se ha escuchado a sus compañeros de discriminación romper una lanza a su favor. De hecho, si las cuotas que los hermanos pretenden instaurar en Hollywood se llevan a cabo finalmente, no quedará lugar para que el resto de minorías sean representadas en los premios, y multitud de actores, por el mero hecho de tener rasgos asiáticos, perilla de mejicano o acento árabe, no recibirán nominación, independientemente de lo buenos o malos actores que sean porque éstas estarán cuotizadas.

 

–          Es injusto para el resto de los actores y para los premios: pues sí, que queréis que os diga. A mi no me llamó Dios por la senda de las bambalinas. Ni he actuado, ni sé cómo hacerlo, y seguramente sería malísimo. Pero coño, yo también quiero un Oscar. Si en lugar de afroamericanos, las cuotas fuesen para tíos españoles, bajitos  y que escribiesen blogs, tendría uno asegurado. Pero, ¿sería esto justo? Al aparecer en esa cuota, le estoy quitando la oportunidad a alguien que realmente ama la actuación, Le estoy privando de su medio de vida o estoy ensombreciendo su prestigio, a costa de recibir algo que bajo ningún concepto merezco, y que me es otorgado por el mero hecho de poseer determinadas características físicas, sexuales, religiosas etc… que no tienen ningún mérito per se.

   

   Es más, ¿qué prestigio tendrían para vosotros unos premios en los que el criterio de selección estuviese basado en cuotas y no en méritos? Unos premios en los que, no importase lo bueno o malo que fueses, ya que, alguien mucho peor que tú, pero de una minoría determinada, estuviese por encima de ti por algo tan absurdo e irracional como es  la raza?.

 

–          Es una medida injusta para los propios negros:  imaginad que os levantáis todos los días dispuestos a comeros el mundo. Imaginad que salís ahí fuera, dais lo mejor de vosotros mismos, y tras lograr el máximo reconocimiento posible a vuestra labor, tras llenos de satisfacción, recibís el galardón a vuestro esfuerzo, y alguien pueda pensar,  “sí claro, lo ha ganado porque es judío, o pelirrojo”. ¿Cómo os quedarías? Imaginad que a partir de ahora, todos vuestros logros se vean eclipsados por una sombra de duda, y que la gente se pueda cuestionar que no han sido alcanzados por vuestro esfuerzo, sino por pertenecer a una minoría concreta. Pero aún voy mas allá. Imaginaos, por ejemplo, que en la final olímpica de los 100m. lisos, expulsasen a la mitad de los corredores negros, y los sustituyesen por otros atletas, mucho menos dotados. Atletas, que por sus propios medios, jamás hubiesen logrado llegar ahí. Además, aunque ésta es mi humilde opinión, cualquier medida de cuota, lejos de ayudar a la integración social, logra el efecto contrario. Dichas medidas solo fomentan el racismo, o el sexismo. Cabrean a aquellos que podrían haber aspirado a un trabajo, sin recibir, y dan excusas del tipo “vienen a robarnos nuestro pan” que en tantas ocasiones hemos escuchado.

 

–          Es una medida falsa, cínica y moralmente reprobable:  pues como lo oís, amiguitos, las quejas, además de absurdas y contraproducentes, son falsas. Como podéis ver en esta tabla de un periódico serio y de mayores, los negros no solo están sobrerrepresentados en Hollywood, sino que, estadísticamente, han recibido más premios porcentualmente, que el porcentaje de su población (a los chinos, los pobres, los tienen fritos). En definitiva, esto no es más que una campaña de lobby, de las muchas que se llevan a cabo a diario en Estados Unidos, y sería perfectamente legítima (jamás me oiréis decir nada en contra del lobbismo), si no fuese porque para conseguir sus fines (más representación, y por lo tanto más pasta. Siempre es la pasta), utilizan algo tan abyecto y reprobable como el miedo al racismo. En lugar de destacar sus méritos, tiran de victimismo, para alegar, como podéis ver, de manera falsa, que están infrarrepresentados y marginados por su condición social. El daño que con esto puedan llegar a hacer, el auge del racismo que conlleve, o la defensa de otras minorías, sinceramente, se la trae al pairo.

En fin, amiguitos, pues aquí me tenéis. Un cerdo racista. Un ser de la peor calaña, atacando inmisericordemente a otras razas y credos. Un cerdo despiadado, como todos aquellos acusados de racismo, porque exigimos firmemente que a todos los SERES HUMANOS, independientemente de su raza, se les dé el mismo trato. Que cualquier PERSONA, independientemente de su sexo o condición tenga las mismas oportunidades, que NADIE, sea discriminado, ni apartado de su trabajo por causa de cualquier causa exógena a él. Pedimos a gritos que NO IMPORTA para nada, EN QUIÉN CREAS o A QUIÉN RECES,  a la hora de obtener un trabajo, un asiento de autobús o una plaza en el colegio. Somos lo peor. Racistas, cabrones.  Tenemos que aprender de aquellos que exigen con boiocots y chantajes que determinadas personas sean DISCRIMINADAS  de un empleo para dar paso a otras solo por su raza. Tenemos que aprender de aquellos que dicen que SOLO EL HECHO DE PERTENECER A UNA RAZA es ARGUMENTO SUFICIENTE para que una persona tenga acceso a un puesto de trabajo, tenemos que aprender de aquellos que nos hablan de cuotas, de cupos, de grupos cerrados creados en función de RAZAS SEGREGADAS. Esos son los que luchan por la libertad y en contra del racismo, no te jode. El puto mundo al revés, colegas. Está históricamente demostrado.