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Sócrates, recogiendo a Alcibíades de una de sus múltiples salidas nocturnas.

Alcibíades Clinias Escambónidas. Ya solo el nombre suena aburrido ¿eh? Pues este chico, tuvo una de las vidas mas apasionantes y controvertidas de Atenas en el siglo V a.c. (cuando Atenas molaba). Imaginaos a Bradd Pitt, pero con el pelo largo y rizado, educado en las mejores universidades del mundo, y con todo el dinero y poder político que una gran familia gobernante pueda aportar, y os haréis a la idea de quien era Alcibiades (no, no hay Angelinas por medio, ni colección de niños del tercer mundo ni nada parecido, eso no os lo imaginéis, que nos conocemos)

Alcibíades, como os iba contando, nace en el seno de una familia rica y poderosa de la Atenas clásica. Estaba emparentado con Pericles, y cuando quedó huérfano, este y Anfirón fueron sus tutores (Pericles y Anfirón = Amos). Ya desde adolescente, le encantaba llamar la atención, y paseaba por Atenas con un escudo dorado en el que aparecía grabada la cara de Eros (el dios de la atracción carnal, sexo, y demás actividades lúdicas, de las que él, por cierto, disfrutaba mucho). Ese escudo, que hacía juego con sus ricitos de príncipe azul y su cara de niño bueno, hacían que su fama de macho fornido fuese legendaria (si, hasta el mismo César quedaría como un jovenzuelo tímido e inexperto a su lado).  Sócrates, su maestro, intenta llevarle por el buen camino, arrastrándole con frecuencia a altas horas de la madrugada de casas de mala fama (jamás comprendí ese eufemismo), pero, al final, no consiguió enderezarle, y eso que se decía que era su mejor discípulo. (si os gusta http://conefedefilosofia.blogspot.com.es/ , id y preguntarle al profesor Luigi como es la entrada triunfal de Alcibíades en «El banquete» de Platón, totalmente ebrio y rodeado de furcias.. la risión)

A los 28 años, y después de llevar por lo menos 15 escandalizando a la sociedad ateniense, decide que tiene que comenzar su carrera política, lo tenía todo para triunfar (planta, garbo, salero dinero, poder) pero tenía además una ambición desmedida, que a la larga fue su perdición. Vio su oportunidad en una expedición a Sicilia, para ayudar a Egesta en su guerra contra…  ( Aquí comienza una de esas partes que los historiadores explican super bien en libros de mil páginas acerca de las causas y consecuencias de las guerras del Peloponeso) … Resumiendo. Alcibíades dice, “Vamos a Sicilia a darle una paliza a los espartanos” (los peores enemigos de Atenas) Nicias dice “no”, Alcibíades gana, y justo la noche antes de que la flota a su mando zarpe del puerto, todos los hermai (estatuas de cabezas con penes del dios Hermes muy abundantes en Atenas) aparecen castradas. Lejos de agradecer al misterioso destructor su obra (¿cabezas con penes?¿en serio?) la población ateniense culpa del destrozo a Alcibíades y su panda de alegres y borrachos amiguetes. Le acusan además de profanar los misterios de Eleusis (Algo así como intentar tirarse a la diosa de la fertilidad) y le condenan a muerte en ausencia. Cesar, habría intentado dar un golpe de estado ante esa situación. Churchill convencer a la gente con un discurso. Hitler gritar y llorar histéricamente, pero Alcibíades, con sus santo huevos, decide reunir su flota y huir a Esparta. (Ya os he comentado que eran los peores enemigos de su ciudad, Atenas, ¿verdad?).

Una vez en la Polis lacedemonia (como mola la palabra ¿eh?, la pongo solo para quedar de erudito) Alcibíades, acompañado de su Ego y de su ambición, ofrece sus servicios al Rey Espartano vendiéndole una idea muy sencilla ¿Quién mejor que un ateniense para ayudaros a derrotar a los atenienses?. Al rey Agis II le pareció que el chico tenía su punto, y tomo todas sus ideas, y de súbito ¡Voila! Esparta empieza a ganar una guerra que tenían poco Clara al principio. Los espartanos  se vienen arriba, y el rey comanda sus ejércitos lejos de casa… y ¿Quién se queda sola? ¡La bella reina Timea!. Alcibíades no puede resistir la tentación (no creo que lo intentase mucho, la verdad) y se la lleva a la cama de manera regular, con las consecuencias que eso conlleva. Imaginaos a un poderoso rey espartano, royo Gerard Butler en 300 volviendo al hogar, todo sudor, abdominales y aceites corporales. “Cariño, ya estoy de vuelta”, solo para encontrarse a su señora con un bebe monísimo rubio de pelo rizado y ojos azules en los brazos. La cólera de Agis fue épica, y ni siquiera la frase de Alcibíades “Lo siento, mi señor;  yo solo quería yacer con la mujer de un gran hombre” (hay que tener buenos aparejos y muy poca vergüenza para decirle eso a un rey espartano cornudo) consiguió calmarle. Así que, después de haber estado a punto de alcanzar la fama y el renombre en Atenas y en Esparta y de tener que huir por culpa de su Ego fuera de control, nuestro antihéroe vuelve a escapar con nocturnidad y alevosía y, ¿A dónde va esta vez? ¡¡¡A Persia!!!.

Olvidad lo que os dije antes. Solo hay una cosa en la que los espartanos y los atenienses estuviesen de acuerdo. Su odio a los persas (Maratón, Termopilas, Saqueo de Atenas… ¿os suena?). Pues ahí va Alcibíades, y vuelve a vender su moto. “Señores persas, ¿quién mejor que un Ateniense renegado pasado por Esparta, para ayudarles a vencer a sus enemigos?” . Los persas le escuchan, y al final, empiezan a ganar influencia en el marco de las guerras del Peloponeso, pero eso es otra historia. Los últimos años de Alcibíades transcurrieron entre Persia y una breve etapa como gobernante en Atenas (si, el tío consiguió volver), en la que se le obligo a encabezar un gobierno títere, y al fin, una nueva huida. Odiado por todo el mundo conocido (excepto por Sócrates y Platón, que seguramente fueron los únicos en ver el lado bueno de su alma) murió cuando tras seducir a una joven y llevársela a su casa (para jugar al parchís), un marido airado (al que no le gustaba que su mujer jugase al parchís con nadie que no fuese él) prendió fuego a la vivienda, y calcinó en ella a los pobres jugadores antes de que pudiesen meter una ficha en el triangulo*

Así que, recordad amiguitos. Hay momentos de la vida en los que uno se ve sobrado. Cree que está tan fuerte, y que sus rivales son tan débiles, que puede dedicarse a liberar su ego, ya que la partida está ganada de antemano. En ese momento, pensad en Alcibíades, y no me importa si vais a una entrevista del trabajo para el que habéis nacido, a jugar un partido de fútbol con los colegas contra una panda de tullidos, o a apostaros 50€ en un garito con un amigo, afirmando que la rubia de la esquina esta hecha y te la puedes pillar cuando quieras. No deis nada por sentado hasta que esté en vuestras manos, y ni siquiera en ese momento os durmáis en los laureles. Y recordad también. Hagáis lo que hagáis, no os lieis nunca con la mujer de un Rey espartano.

Infravalorar a tus rivales, o ir por la vida tan seguro de ti mismo como David Hasselhoff a una cita puede salir bien… pero, también puede salir muy mal. Está históricamente demostrado.

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*Ficción literaria, realmente no se sabe en que momento de la partida de parchís se encontraban cuando el marido airado prendió fuego a la casa.