Prop derecha

Muy buenas tardes a todos, coleguitas, y bienvenidos de nuevo a la página tonta de la semana. Esa donde con falsa modestia y divertidos símiles voy soltando, día tras día, todo aquello que me viene en gana… Llegamos a Junio, hace calor, el asfalto madrileño se derrite y yo me cabreo (para aquellos que no lo sepan, sería feliz viviendo en una base antártica), así que voy a subir más la temperatura, y por petición de la señora R. hoy, voy a hablar de política.

Como los más sagaces ya sospechareis a estas alturas, este es un blog de historia. Ni me gusta en exceso la política, ni creo que sea un tema didáctico ni amigable, pero como bien dice mi señora (si tenéis una buena mujer, amigos, tenéis el mejor consejero a mano) y a la luz de estas últimas elecciones, en las que parecía que le mundo se iba a terminar y el Armageddon iba a descender sobre la tierra, vale la pena explicar que en España, la cosa lleva siendo más o menos igual desde el principio de los tiempos, y que, como en todo, no hay nada nuevo. Prometo no ser objetivo. Que nadie os venda la moto de la objetividad, nadie es objetivo. La objetividad no existe en tanto en cuanto cualquier persona, al relatar un hecho, está consciente o inconscientemente, dando una opinión al respecto. Intentaré, eso si, ser imparcial, (y repartir sagradas obleas consagradas por un sacerdote por igual) en esta serie de posts en los que, poco a poco, os contaré como la derecha, la izquierda, los nacionalistas, y los liberales en España, llevan siendo lo mismo desde que el mundo es mundo, y que nada en su forma de actuar ha cambiado. Empezamos hoy con LA COBARDÍA HISTÓRICA y LA DEIFICACIÓN de la derecha.

Si los líderes y figuras representativas del movimiento Conservador-aristócrata-derechista español se han distinguido por algo en este país, ha sido por su cobardía. Dos de Mayo de 1808. Madrid. Los franceses, con la excusa de pasar de camino a Portugal (Oui. Oui, mon amie, no pasa nada, vamos a robarrles los manteles a los Porrtugueses, jamais ocuparriamos votre jolie país) han establecido guarniciones en las principales ciudades de España, y con la aquiescencia primero del rey y su valido, y después, de la junta de gobierno, han ocupado de facto España. Las ciudades y caminos son suyos, gobiernan en las principales plazas del país, y culminan su fechoría (cualquier acción cotidiana, cuando se lleva a cabo por un Francés se puede clasificar automáticamente de fechoría) secuestrando a la familia real, y llevándosela a Bayona de vacaciones forzadas. 

Las clases conservadoras españolas, comenzando por la nobleza, la burguesía urbana y los militares, permanecen atónitos, pero inmóviles mientras un Corso-gabacho con ambiciones desmedidas nos roba el país. La mañana del día en cuestión, los franceses se disponen a sacar de palacio al último representante de la familia real que queda en Madrid, el Infante Francisco de Paula (para más señas, el niño con cara de cabrón que pinta Goya cogido de la mano de la reina, y vestido como un travesti de Chueca en “La familia de Carlos IV). El pueblo de Madrid, que lleva un par de meses hasta los huevos (De Lucio, claro) de que los gabachos campen a sus anchas, se beban su vino, y les digan pequeñas frases romántico-cursis a sus parientas, deciden que ya está bien, y en una oleada de furia popular sin precedentes en Europa, se echan a la calle, con la muy noble y meditada determinación de hacer cecina de todo paisano con casaca azul que se les cruce por el camino. Los herreros, albañiles, taberneros, boticarios, y hasta las sirvientas y costureras de la villa, se echan a la calle armados como pueden, y el pueblo en armas, se dedica a durante la mañana entera al noble arte del ajusticiamiento de gabachos.
Como siempre, los historiadores difieren. Para algunos, era una insurrección abocada al fracaso desde el principio. Para otros, si el pueblo hubiese contado con el apoyo de todo el ejército español de guarnición en Madrid, la insurrección habría tenido éxito, y podrían haber vencido, pero, asustados, y sintiendo mayor desprecio por “la chusma” rebelde, que por los franceses, la clase aristócrata capitaneada por la junta de gobierno, los nobles y los militares, decide no actuar. A pesar de los desesperados gritos de ayuda de Daoiz y Velarde, los dos únicos militares (que junto a Jacinto Ruiz, un puñado de voluntarios del Estado, el parque de Monteleón y 3 guardias Valonas) se deciden a luchar junto al pueblo, los militares no hacen nada, y permiten que una gran oportunidad para unir a todas las clases sociales en una lucha común, para hermanar la nación, pase a la historia como una gran traición. Como una oportunidad perdida en la que, por su cobardía, por su desprecio a las clases populares, y por el miedo a perder sus privilegios y status, la clase conservadora española, abandonó al pueblo a su suerte, pensándose superior a ellos.

Noviembre de 1933. La Confederación Nacional de derechas autónomas, (La CEDA para los colegas, osea, el equivalente del PP), gana las elecciones al gobierno de la república. Al ser el partido más votado junto al partido radical de Lerroux, le corresponde formar gobierno y dirigir el país. Sin embargo, su líder, José María Gil Robles, (moderado y demócrata ), presionado por las izquierdas radicales decide no convertirse en presidente del gobierno. En un ejemplo sin precedentes en la democracia de ningún país del mundo, el líder electo por la mayoría de los participantes en las elecciones, se hace caquita y pasa de gobernar tras ser amenazado por la oposición (que no es que fuese demasiado demócrata en ese momento, pero no os preocupéis, ya tendrá su post, la izquierda). Durante un año, el país, con un gobierno electo, es dirigido por una extraña coalición de centro derecha en la cual nadie quería significarse en exceso, ni asomar la cabeza demasiado por encima de la verja (por eso de la guillotina y tal). Una vez más, no se sabe que habría pasado si el gobierno de derechas hubiese gobernado (como se lo encomendó el pueblo), pero la cobardía, y la falta de valor generó un vacío de poder total, en el cual, fuerzas radicales de derechas y de izquierdas, hayan el caldo de cultivo perfecto para llevarnos, tres años después, a la guerra civil española. (para más información acerca de dicho evento, se recomienda revisar la filmografía española, exceptuando Los Bingueros, Devuelveme a mi chica (gran obra de ese actor incomprendido, el gran David Summers,) y ciertos fragmentos de Torrente 8, el resto va de lo mismo).

16 de Marzo de 2003 (Carajo, como ha llovido). Islas Azores, un bigotudo y risueño Jose María Aznar posa junto a George W Bush y Tony Blair (el pobre Durao Barroso está ahí como el típico colega pesado al que no puedes echar de la fiesta, por que la fiesta es en su casa). La foto, ha pasado a la historia como el inicio de un nuevo orden mundial que había tenido su prologo en el atentado de las torres gemelas. En dicha cumbre, y porque él lo vale, Mr President Ansar decide que España tiene que tomar parte en la gran coalición-libertadora-democratizante-que-traerá-paz-y-Mcdonalds-al-mundo-entero. Como pretendo seguir siendo imparcial, (y además ya he soltado muchos exabruptos) no daré mi opinión al respecto, pero, lo que es evidente, es que en ese momento de ascensión a los cielos en sublime gloria, a la derecha española se la pela lo que el pueblo, (SU pueblo) opine. Se la trae floja si la inmensa mayoría de la población está en contra o a favor de su decisión, y no solo eso, trata de ignorantes a todos aquellos que no piensen como él, no intenta ni por un momento explicar los motivos o argumentos por los que se llevan a cabo sus actos. Imbuida del mítico poder de Greyskull, la derecha española vuelve a decidir que el pueblo es ignorante, y bárbaro, y que, solo ellos, guardianes del conocimiento absoluto, son capaces de decidir lo que más les conviene. Al final, son incapaces de transmitir sus logros y hacer ver a la gente los avances que han logrado durante sus gobiernos y piensan que el descenso del paro y los datos macroeconómicos, son suficientes para que la gente les vote, aunque se les tome por subnormales.

Bueno, colegas, pues hasta aquí con la derecha. Como veréis, no voy a entrar en cuestiones como la corrupción, el coleguismo, el tráfico de influencias, la falta de preparación, o la obsesión por vivir DE la política (no PARA) que existe en este país, ya que, desgraciadamente, son cuestiones transversales que afectan a todos los partidos por igual, y que, en último caso, nos describe como españoles desde tiempos inmemoriales. Así que, ya sabéis, amiguitos, la próxima vez que votéis a las derechas en España, que no os extrañe que decidan invadir un país aleatoriamente de la mano del bisnieto de algún Bush (esa saga…), o que por el miedo a la presión o al que dirán, se dediquen a traicionar las ideologías de sus votantes, y suban los impuestos en vez de bajarlos, o aumenten el gasto público etc etc etc… Y si lo hacéis, no digáis que no estabais avisados cuando pase. Ya sabéis. Esto, está históricamente demostrado.