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Buenas noches, amigos. Por tercer día consecutivo, me siento delante del ordenador, estiro las piernas, me enciendo un cigarro, y me digo. “Hoy si, chaval, hoy vas a escribir un post acojonante. Hoy les dejas secos”. Entonces, me paro a pensar, y veo que me he quedado sin palabras. Doy vueltas, medito… nada. Pienso; “los polacos, tío, los polacos son comodín seguro. Un pueblo valiente, oprimido durante siglos, puteados desde por los cosacos a los Nazis, pasando por media Europa, los polacos, con estos tíos no fallas” y nada… Me enciendo el quinto cigarro, y ni con esas. Pongo a Chopin a todo volumen, para darle mas dramatismo inspirador a la cosa… . Me dan las 2 de la mañana…en fin. Hay días que uno escribe sin darse cuenta, y hay otros días, en los que uno, no sabe que mas decir. Que le vamos a hacer.

Os cuento esto para explicaros el post de hoy, que va a ser un poco distinto. El caso. En plena desesperación creativa me lanzo sobre mi biblioteca en busca de algún personaje histórico que me inspire, saludo a César, le doy la mano al bueno de Winston, rehuyo  la mirada torva del camarada Stalin que me observa desde la balda de arriba, y tras descartar  “ Vida de Blas de Lezo”, “Nelson”, “el señor de los anillos”, “las aventuras de la mano negra” y hasta  “A selection of Hexandrian plants, belonging to the natural orders Amaryllidae and Liliacae” (da fuck??!!). En ese momento perdida ya toda esperanza, desde un rincón alto y poco visitado de mi almacén de historias, un chiquillo rubio y de ojos azules me mira, entre curioso y tímido. Lleva extraños ropajes, y al comprobar que, extrañado, le devuelvo la mirada, sonríe, y me pide “S’il vous plait… dessine-moi un mouton”.

Por eso hoy no os voy a hablar de grandes héroes, ni de la antigüedad clásica con sus dioses cabrones, ni de batallas sangrientas en las que los hombres dan lo mejor de si mismos. No. Hoy, como dice Exupery en su dedicatoria os voy a recordar que todos los adultos fuimos una vez niños. Va por ustedes, por todos los mayores que hemos sido primero niños (aunque pocos lo recordemos).

“El principito” es, en casi todos los aspectos, una obra maestra. Supongo que la inmensa mayoría lo habréis leído de pequeños. La historia de un piloto perdido en mitad del desierto, y la amistad que entabla con un extraño niño venido de otro planeta, una boa que se ha comido un elefante, baobabs, una rosa que habla, etc… Si tuviese que elegir mis diez libros preferidos, estoy seguro de que aparecería en lista, y seguramente, en un buen lugar, porque es un libro que cuando se lee de niño, tiene sentido, aunque no se entienda del todo, y sin embargo, va creciendo contigo, va volviéndose mas complicado según pasan los años, y termina por ser torturadormente crudo, acusador. Te juzga y te da lecciones que creías aprendidas, y que sin embargo, has olvidado.

La historia, como os digo, es bien sencilla. Explica la vida de un niño que vive en un planeta apenas mayor que una casa, y como este le explica al piloto que quiere un cordero para que se coma las malas hierbas que crecen en él, aunque queda aterrado cuando se entera, de que los corderos también comen flores. El principito tiene una rosa. Es poco modesta, y un poco mentirosa, y tiene espinas con las que se defiende. Pide y exige cosas todo el rato “ son tan complicadas, las flores”, pero él la sabría distinguir de todas las rosas del mundo. Es su rosa, y eso la hace única. Sin embargo es incapaz de comprender todas las tristezas y pena que la rosa esconde bajo sus exigencias y mentiras, y un día, harto y desengañado, decide marcharse de su planeta.  La rosa le pide perdón, pero ya es tarde. “¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores!”. 

De ahí en adelante, el libro se convierte en una lección constante que nos repite lo imbéciles que somos. El principito, tras partir, visita un planeta donde vive solo un rey, que se alegra al verle por tener finalmente un súbdito y hasta le nombra ministro de justicia para que “ se juzgue a si mismo” ya que no hay nadie mas a quien juzgar.  Pasa por un planeta habitado por un hombre de negocio que se dedica a poseer estrellas para meterlas en un banco, y así poder tenerlas juntas, y comprar mas estrellas cuando se descubran y ser el hombre mas rico del mundo, sin saber que hacer con ellas. Después viaja a otro planeta habitado por un vanidoso que solo quiere ser admirado, y hasta uno en el que un pobre borracho bebe para olvidar la vergüenza que le produce beber. En todo momento, piensa en su rosa, aunque la ha dejado atrás, y en esas está cuando llega a la tierra, y descubre un jardín lleno de rosas. Se le cae el alma a los pies. Pensaba que su rosa es única, y sin embargo, descubre que hay miles de ellas.

Entonces aparece el zorro. El zorro es un animal salvaje, y sin embargo, ve triste al principito, y le pide que le domestique.  La vida del zorro es monótona. Caza gallinas, y los cazadores intentan cazarle. No tiene a nadie, pero si el principito le domesticase, “mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.”

   El joven príncipe acepta domesticarle “Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…” Pero en el fondo, echa de menos a su rosa. Su rosa, ha descubierto, es única. No le importa que existan miles que se le parezcan, porque “porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa,” en fin. Así que el principito decide volver con ella. El zorro, entiende que, por mucho que el chico le haya domesticado, solo la rosa es única para él y le deja marchar aunque :

“—¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.

—Tuya es la culpa —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique…

—Ciertamente —dijo el zorro.

—¡Y vas a llorar!, —dijo él principito.

—¡Seguro!

—No ganas nada.

—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa del color del trigo”.

 

Tras despedirse del piloto con un final que haría llorar como una quinceañera enamorada al hermano malvado de Hitler, y que no os pienso contar, el libro termina,

Dadle una nueva oportunidad si hace tiempo que no lo leéis, o si no lo habéis hecho nunca. Es corto, y muy sencillo, y prestad mucha atención a cada frase, a cada metáfora, y os daréis cuenta de que, a veces, la vida es mucho mas sencilla de lo que parece. Os daréis cuenta de que, con otro punto de vista, todo puede ser mucho mas sencillo, que no hace falta tener súbditos, ni ser admirado, ni poseer todas las estrellas del universo, que a veces sobra con esa flor a la que seríais capaz de distinguir entre todas las demás del mundo, no porque sea mas bonita, ni distinta, sino porque para vosotros es única, y recordad,que la vida, sencilla, sin prisas, puede ser un lugar maravilloso a veces,  que como le dice el zorro al principito antes de partir, “on ne voit bien qu’avec le cœur. L’essentiel est invisible pour les yeux”. Solo con el corazón se ve lo importante de la vida. Lo esencial, es invisible a los ojos.

Buenas noches, amigos.